El escombro fluorescente – Sergio C. Fanjul
13,90 €
EL ESCOMBRO FLUORESCENTE– Sergio C. Fanjul
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Colección Letra Bastarda, 38
Fecha lanzamiento 28.05.2025
Formato 220mm x 125mm
108 páginas – rústica
ISBN 978-84-128275-6-9
PVP: 13,90€
Ilustración de cubierta: Martín de Arriba
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No solo es posible medir la decadencia de la sociedad contemporánea, su humanidad amontonada, sino que se puede cantar sobre el derribo que somos, se puede perpetuar la ironía (que es risa criogenizada) y construir desde afuera la belleza. Fanjul fija la cámara de su docupunk en nuestra roña interior y la rotula en fluorescente, como esa sustancia que se inyecta para resaltar tejidos en el análisis, como la silueta en tiza del cadáver. Lo que queda es lo que somos sin consuelo, ese vacío que flota en nuestro día a día, ese dolor astillado de recuerdo que arrastramos y, así, explorar lo que queda de nosotros en el puro yacimiento. Y Fanjul lo consigue, consigue la imagen de lo despoblado en plena muchedumbre, consigue el hallazgo a través de la danza de la catenaria, del arrullo de las tragaperras, del vagar por los páramos socialdemócratas. Esto va de nuestro mundo: de nuevas formas de belleza y de lo íntimo de su catástrofe.
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Sergio C. Fanjul es columnista y redactor de Cultura del diario El País. Licenciado en Astrofísica y máster en Periodismo, tiene cuatro poemarios publicados y varios ensayos narrativos, entre los que se encuentran El padre del fuego (Aguilar), La España Invisible (Arpa) o La ciudad infinita (Reservoir Books). Desde 1993 es un ciborg óptico mediante el uso de lentes cóncavas.
Instagram: @sergio_c_fanjul
Primera visión de los Campos Semánticos
Dicen, Astrónomo, que en los Campos Semánticos
no quedan textos.
Los carteles están mudos, no dicen
los ingredientes los envases, en los periódicos
las fotos no traen pie, de modo que todo el mundo
es anónimo y nadie conoce a nadie.
En los Campos Semánticos se han olvidado
de cómo se componen poemas, de qué son
los poemas, de modo que hay pocas guerras,
y las que hay,
se hacen en silencio.
Los enamorados
no graban sus nombres
en las cortezas de los tejos.